Época: Reinado Isabel II
Inicio: Año 1833
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Infraestructuras y transporte

(C) Germán Rueda



Comentario

En las vísperas de la guerra de Independencia, la red de comunicaciones terrestres respondía a un planteamiento general que convertía Madrid en el centro de un sistema radial de caminos. La guerra los destrozó y desde 1814 a 1840 el presupuesto dio para poco más que intentar su arreglo y mantenimiento. Desde 1841 se inician nuevas construcciones que supondrían un avance decisivo en la configuración de la red de carreteras. En el lustro 1840 a 1845 se construyen más de 100 Km. anuales, pasando a 250 Km. en los siguientes, para alcanzar los 400 Km. a partir de 1850. Se dio tal impulso que, como señala Lacomba, si en 1833 había cerca de 4.600 Km. de carreteras, en 1855 eran ya más del doble con un kilometraje superior a 9.500. El ritmo sigue en los años siguientes y, entre 1856-1863, la media de construcción por año es de 500 Km. El resultado final es que a principios de los años 70 la red alcanzaba los 19.000 Km. de los que un tercio, aproximadamente, lo constituyen las carreteras de primer orden.
Los medios de transporte se basaban en la utilización de bueyes, mulas y caballos.

Los bueyes se utilizaban uncidos por parejas a las lanzas de las carretas, vehículos de dos ruedas que podían transportar hasta 460 Kgs. y que, habitualmente, marchaban agrupados formando carreterías de veinte a treinta unidades.

Las mulas podían arrastrar vehículos de tres tipos básicos: calesas de dos ruedas y varas, coches de colleras de cuatro ruedas y galeras, más pesadas que las anteriores y generalmente cubiertas, que cargaban hasta 1.380 Kgs. Además, servían como animales de carga formando recuas que dirigían los arrieros.

Los caballos, que proporcionan el más rápido de los medios de transporte hasta que funcionó el ferrocarril, podían ser sustituidos gracias a la existencia de postas, distantes entre doce y dieciocho Kms. pero cuya utilización estaba limitada a los correos o a la previa preparación del viaje.

El medio habitual de circulación por estas carreteras era la diligencia que transportaba hasta veinte pasajeros a una velocidad (incluyendo las paradas) inferior a diez Km./hora.

La primera línea regular se inauguró en 1816. Al extinguirse en 1828 el privilegio, que por diez años se había concedido a la Cía. de Reales Diligencias, surgen nuevas empresas como los Caleseros de Burgos y los Alquiladores de Pamplona, cuyas actividades quedaron truncadas por la Guerra carlista. En 1836 se reorganizó la Cía. de Reales Diligencias y al terminar la Guerra del Norte, reaparecieron los Caleseros de Burgos, funcionando ambas empresas en 1841, mientras que se construían otras nuevas, reservándose cada una recorridos específicos.

Desde 1841 se perfeccionó y mejoró el sistema, pero el decenio 1850-1860, con la aparición del ferrocarril, supuso una regresión de la diligencia.

El transporte de mercancías conoció una mejora paralela a las diligencias para pasajeros con la aparición de las galeras aceleradas, cuya única diferencia era que viajaban día y noche al adoptar el relevo que, hasta entonces, había sido un privilegio de las diligencias.

En todo caso, como ha observado Artola, a pesar del esfuerzo que se hizo por mejorar la red de carreteras, faltaba un vehículo adecuado capaz de aprovechar las posibilidades de la red.